





No hay más que un corto paso desde su argumento de que ‘el derecho a presenciar corridas implica el sufrimiento de un tercero’ a la imposición obligatoria del vegetarianismo, porque el derecho a comer filetes de vaca o chuletas de cordero implica la muerte de la vaca o del cordero (o su mutilación en vida, que no sé si le parecerá preferible). Puede ser un peligroso precedente. No soy especialmente carnívoro, pero sí estoy convencido de tener derecho a comer lo que me dé la gana (y el bolsillo, claro) sin que presiones religiosas, políticas o mixtas me lo impidan. No me gustan los toros y no voy nunca a las corridas, que me parecen sobre todo aburridas, pero tampoco me gustan los fanáticos que, mientras los dineros de los evasores de impuestos se les escapan crudos camino de las Islas Caimán, se creen mejores, más modernos y más de izquierdas que nadie porque han conseguido que se prohíba (por razones que nada tienen que ver con el sufrimiento animal, léase ‘correbous’) un espectáculo que agonizaba él solito
Estas son las proiviciones de los nacionalismos y el relijiosismo inesplicable
españa cañi
No hay comentarios:
Publicar un comentario