miércoles, 3 de septiembre de 2014

La regeneración democrática


La regeneración democrática, una falacia más del bipartidismo

Saludo-Rajoy-Pedro-Sanchez
Comienza un nuevo curso político, y los dos grandes partidos, que parecen haber encogido a  juzgar por las encuestas, se afanan en dar un lavado de cara, tratando de hacernos creer que sus intenciones son buenas, y que esta vez sí están dispuestos a regenerarse. Todos los años ocurre lo mismo, y siempre queda en nada,  en  muy poca cosa, o incluso se retrocede en el intento.
Lo importante no son las grandes promesas, sino la letra pequeña de sus proyectos, la que siempre  se afanan en ocultar a los ciudadanos para que no sepan cuáles son sus verdaderas intenciones. Se asemejan a las preferentes, que cuando se ponen a la venta los resultados anunciados siempre son satisfactorios, pero que con el tiempo se convierten en un engaño masivo. Y así, una y otra vez, con palabras bien sonantes pero vacías de contenido, aunque en esta ocasión al menos ya saben que los ciudadanos están hartos de ellos y, o cambian, o son expulsados del poder.
No cabe duda alguna que este temor está fundado en una nueva fuerza política, como Podemos,  que parece tener la virulencia de un huracán, que les ha dicho que tienen los días contados,  que son los hechos, y no las palabras, los que deberán demostrar  sus "buenas intenciones", ya que los modos de hacer política ha de cambiar de una forma tan radical, que hace imposible que puedan pilotar la regeneración democrática los mismos que han generado y ocultado la corrupción.
Si de verdad los actuales dirigentes del partido en el gobierno  tienen intención de acabar con la corrupción, lo primero que tienen que hacer es reconocer sus indecencias, poner encima de la mesa toda la basura que esconden bajo la alfombra, hacer que todos sus políticos imputados dimitan, pedir públicamente perdón a todos los ciudadanos por habernos robado en nuestra propias narices, y a continuación dejar la política para no volver nunca más, dejando que otros acaben la limpieza y comiencen de cero. No es verosímil pensar que  Al Capone y sus secuaces sean las personas adecuadas para acabar con la mafia.
Podríamos ser más comprensivos con los socialistas, tras el lavado de cara con la elección de un nuevo Secretario General. Pero el hecho de que estén involucrados en numerosos casos de corrupción y no veamos que sus actuales dirigentes  estén dispuestos a llevar a cabo un ejercicio de absoluta transparencia, les hace poco creíbles en sus intenciones, máxime cuando su Comité Federal está altamente contaminado por los de siempre; y si alguien lo duda, que repase la 
Lo que en el fondo pretenden los dos grandes partidos es una amnistía encubierta, una especie de ley de punto final en la que nos tengamos que olvidar de todo lo ocurrido  en los últimos años, para darles una nueva oportunidad a los mismos que se han apropiado de dinero público, o han permitido que otros lo hagan. Pero los ciudadanos no estamos dispuestos a perdonar sometiéndonos a un ejercicio de amnesia colectiva. Tuvieron muchas oportunidades, negaron la mayor, y ya no es posible.
Un partido, como el PP, con tres extesoreros imputados y el último de ellos en la cárcel, que se ha financiado desde su nacimiento de forma ilegal, no merece ninguna credibilidad, por mucho que un 30% de los ciudadanos, feligreses incondicionales, estén dispuestos a seguir confiando en ellos en las urnas. Y no parece ser Mariano Rajoy,  el político nacional peor valorado en las encuestas, la persona adecuada para encabezar la regeneración democrática; primero tendría que explicarnos qué contenían los sobre marrones que recibía periódicamente de Luis Bárcenas,   por qué le prestó su apoyo personal e incondicional hasta última hora, y cuál era el origen del dinero de la caja B del partido. Y no parece estar dispuesto a hacerlo.
Por cierto, si queremos comenzar la regeneración democrática  cambiando las reglas del juego cuando está a punto de finalizar el partido, de forma tramposa y por motivaciones exclusivamente partidistas, mal empezamos. Y que nadie olvide que para cambiar la Ley Electoral con el objetivo de que sea alcalde el candidato de la lista más votada, primero se tendrá que cambiar la Constitución, porque el articulo 140 de la misma impide que así sea. Y eso son palabras mayores que requieren, por decencia democrática, un consenso. Pero quien no confía en la democracia tampoco cree en la decencia, y así nos va. Nunca aprenderán.


son iguales que mas da uno que otro solo se puede alegar con la tercera REPUBLICA  

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