Este domingo hemos asistido a un espectáculo bochornoso que culminó con la muerte de un ser humano, lanzado al Manzanares después de sufrir una brutal paliza, en el transcurso de un violento enfrentamiento entre hooligans del Atlético de Madrid y el Deportivo de La Coruña. Ahora muchos, y en especial las autoridades, los dirigentes de los grandes clubes, y la propia Liga de Fútbol Profesional, se lavarán las manos y nos anunciarán medidas para que esto no vuelva a suceder; y otra vez vuelta a empezar, como si lo ocurrido fuese un hecho no previsible en un partido de alto riesgo.
Desde que el fútbol dejó de ser un deporte para convertirse en un negocio puro y duro, y lo único que cuenta es el dinero que unos pocos ganan a costa de que otros muchos vacíen sus bolsillos, lo sucedido este pasado domingo forma parte de lo posible. Los dueños de los clubes llevan fomentando desde hace décadas la existencia de pequeños grupos de extremistas descerebrados, que nacen y crecen alrededor de los colores de una camiseta, y que les sirven para jalear a sus jugadores un domingo sí y otro también. Dan dinero, porque dan agitación, y se han convertido en animadores del espectáculo. Los conocen por sus nombres y apellidos, y hasta tienen estudiado su índice de peligrosidad; pero compensa tenerlos entre sus seguidores más fieles, porque son rentables.
Pero, ¿dónde estaba Cristina Cifuentes cuando estos hechos ocurrieron?. La última vez que se le vió, fue haciendo campaña electoral a la alcaldía de Madrid en la noche del sábado en el programa "Un Tiempo Nuevo", de Telecinco, afirmando que Pedro Sánchez se estaba dejando coleta, y presumiendo que la suya era más larga que la de Pablo Iglesias.
La Delegada del Gobierno, que tan eficaz ha sido en la lucha para reprimir a los indignados y a los que políticamente no piensan como ella, en vez de estar pensando en su futuro político, tenía que haber previsto que esto podía suceder en un partido de alto riesgo, y tomar las medidas preventivas adecuadas. Pero no pudo hacerlo porque estaba en otras cosas, y no se enteró ya que, según se comenta, el enfrentamiento se convocó por WhatsApp. Parece ser que sus informadores son incapaces de acceder con eficacia a las convocatorias que se difunden a través de las nuevas tecnologías; aunque esto es normal que suceda en un paós de pandereta.
Cristina Cifuentes, la máxima responsable de la seguridad ciudadana de la Comunidad de Madrid, ha fallado estrepitosamente, y esto, se le tiene que apuntar en su debe. Aunque sabrá superar este nuevo borrón con su capacidad de cinismo, que la tiene, y muy sobrada. Me dan pavor los progres de derechas, de lo que ella presume; porque esconden una ideología ultraconservadora y represora. ¿Os acordaís de Gallardón?, Pues intuyo que son parecidos, con dos caras, y es mejor enterarse a tiempo.
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Fiesta y genocidio
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