domingo, 14 de agosto de 2016

ya esta bien

MALAVENTURADOS LOS POBRES
Podría llamarse un error a esto que están haciendo con el país estos políticos; un error: arruinar esté presente en memoria de un pasado que ya no tiene futuro. No voy a hacer una apología del buenismo porque no me da la gana. No creo en estos políticos, ni creo en lo que dicen ni en sus intenciones, porque sus actos hablan mucho mejor que sus palabras. Estamos verdaderamente perdidos con esta ralea de corruptos y vividores sin entrañas ni moral. No podemos aspirar ni siquiera a soñar en poder estar en condiciones de afrontar los retos del siglo XXI cuando esta caterva de truhanes nos vende la precariedad laboral como futuro. Parece como si en España ya no quedaran seres humanos y ciudadanos, no. Lo único que parece que hay son entes cuasi etéreos reconvertidos a seres monetarios vivos. Y la población mientas tanto permite que eso suceda: deja que el estado los fría y refría a impuestos (ahora nos va a exigir Europa, por no pagar la multa, eximir de la tributación mínima a los alimentos, entre otras cosas), que se las maquine para dificultar el acceso a un subsidio, que elabore leyes de explotación laboral tercermundista, y todo sin que parezca que nadie protesta realmente. Protestar: salir a la calle y liarse a palos con el más pintado y bien pertrechado sicario a sueldo de los canallas. Que ellos se pertrechan: nosotros deberíamos hacerlo más aún y deberíamos ser infinitamente más. Nos deberían temer. Esa sería la protesta.
Pero por el contrario parece que esto nos guste, que nos vaya la marcha, que estemos perfecta y absolutamente idiotizados por una propaganda perfectamente organizada, que nos ha inculcado el mantra de que somos culpables de todo y lo tenemos que pagar, nos pongamos como nos pongamos. Después de todo, es por el bien de todos los españoles, que ya sabemos que a partir de ahora somos muy españoles y mucho españoles… así que vamos a gritar, todos a una, que queremos, que adoramos esta precariedad y explotación laboral; vamos a saltar todos, gozosos de júbilo, porque al fin mañana no tendremos pensiones públicas, o no se parecerán en nada a las que conocimos y no nos dará ni para pagar la luz y el agua. ¿Y porque no?: vamos a alborozarnos y a abrazarnos todos por las calles de nuestras ciudades y pueblos, porque cada día está más cercano el que tengamos al fin un sistema educativo muy caro que perpetúe y ahonde las diferencias sociales. Un pobre con que sepa de electricidad, fontanería y cuatro cosillas así, ya tiene bastante; dejemos que sea la alta alcurnia la que cope los sagrados y profundos conocimientos de la ciencia y del saber. Y hasta se me ocurre una idea para acabar con todos esos indeseables sin techo y ancianos improductivos: dejemos que los banqueros y millonarios se los carguen a tiros. Sería mucho más digno que la indignidad que les espera. Ya de paso podrían aprovechar para apropiarse, expropiar y privatizar un poco de aquí un algo de allá y recaudar unos pocos impuestos más, ya que se toman la molestia. Veo nuestro futuro: es un angosto paso hacia un gran agujero negro al que vamos a caer inexorablemente, porque no hay protesta social, no hay reacción, permanecemos inertes e inanimados como tristes polichinelas, ni queda nadie tampoco que agite a las masas, porque tiene absolutamente asegurado ser un radical y el abucheo general. Tal es la idiocia colectiva.
España es un estudio perfecto para ver como actúa sobre la población idiotizada la ideología y la propaganda más feroz del libre mercado y el sistema capitalista, defendido con uñas y dientes por una colla de tarados, ladrones y psicópatas, a los que las gentes les vuelven y vuelven a votar, haciendo bueno el dicho de que el hombre es el único animal que tropieza, no dos, sino veintidós veces con la misma piedra. Escribió una vez Charles Bukowski: “¿Ha habido alguna vez un instante de justicia para los pobres? Toda esa mierda sobre la democracia y las oportunidades con las que los alimentaban era solo para evitar que quemaran los palacios. Claro, de vez en cuando había uno que salía del vertedero y que lo conseguía; pero por cada uno que lo lograba había cientos de miles enterrados en los barrios bajos, o en la cárcel, o en el manicomio, o suicidados, o drogados o borrachos. Y muchos más trabajando por un sueldo de miseria, desperdiciando sus vidas por la mera subsistencia”. Que nosotros cuarentones, cincuentones, sesentones, con una vida ya más o menos estructurada, nos hagamos los suecos no es que este bien ni sea lo ideal, seguramente podremos más o menos sobrevivir con más o menos dignidad; ¿pero vamos a consentir que nuestros hijos, y ellos mismos van a consentirlo, no tengan futuro? A mí se me caería la cara de vergüenza sin hacer nada, por eso uso esta arma: la palabra, mientras no me vea en primera línea ante los malos, que ya sé lo que es y no tendría reparo alguno en volver porque; aunque a los pusilánimes no les parezca así, lo que tiene valor se compra; pero lo que tiene un valor incalculable se tiene que conquistar. Y hay mucha gente en este país desgraciadamente que se venden por menos de nada. Y es que hay una penosa y lamentable verdad incontestable: por mucho que algunos estemos alertas ante los desmanes de la oligarquía, por mucho que denunciemos y alertemos de los peligros que corremos y a donde nos lleva esta gente, el ser humano es un animal que por su naturaleza busca la distracción y el placer. No quiere complicarse la vida per se; aunque otros se la compliquen, en su penuria buscará antes un rato para aplatanarse en el sofá ante su tele de plasma, que un rato para luchar. La resignación es, sin embargo, una forma de no vivir, es la anti vida, es una forma de morir.
Y mientras las cosas acontecen, el porcentaje de jóvenes de entre 20 y 24 años que ni estudia ni trabaja, sigue subiendo y ya está en el 22,2%. Holanda (7,2%), Luxemburgo (8,8%), Dinamarca, Alemania y Suecia (9,3% en los tres casos), Malta y Austria (9,8% ambos), así como en la República Checa (10,8%).

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